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Significado de la palabra «veterinario»

Es el nombre del profesional legalmente habilitado para tratar las enfermedades de los animales. Los veterinarios cuidan de la salud de los animales desde que éstos nacen hasta que mueren, pero no siempre ha sido así. En sus orígenes, los veterinarios se encargaban sólo de los animales viejos, como indica el nombre de la profesión, que proviene, al igual que palabras como vetusto o veterano, del latín vetus ‘viejo’ o vetulus ‘viejecillo’, derivada a su vez del indoeuropeo wet- ‘año’.

El Imperio romano, que basaba su poder en la fuerza de las armas, cuidaba muy bien de los soldados que se retiraban por edad, los veteranos, quienes contaban con numerosos privilegios, tales como la concesión de la ciudadanía romana y el otorgamiento de tierras. Era una manera de hacer sentir a los jóvenes reclutas que valía la pena enrolarse en las legiones del Imperio.

Y así como un soldado viejo ya no sirve para la guerra, lo mismo ocurría con los caballos viejos, los veterinus, que –a diferencia de los veteranos– no gozaban de privilegio alguno y eran destinados a la carga. Fernando Navarro, en su libro Parentescos Insólitos del Lenguaje, observa que, en cierta época, el plural femenino veterinæ y el plural neutro veterina pasaron a designar a estas bestias de carga. Las veterinæ sufrían muchos achaques por su edad, por más que todavía fueran útiles a sus propietarios. Esta situación propició el surgimiento de un nuevo profesional encargado de cuidar la salud de las veterinæ: el veterinarius.

Mucho más tarde, los veterinarios ampliaron su campo de acción a otras especies animales y lo extendieron a todas las edades.

Fuente: http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=veterinario

Socialización en perros y gatos, responsabilidad del propietario

Socializar a nuestras mascotas no solo depende de sus progenitores caninos o felinos, sino también de la familia que lo adquiere bajo sus cuidados.

Por Paula María Balsas Tijera.

gatoCuando se habla de socialización automáticamente se asocia a la relación que el ser vivo en general mantiene con el mundo que le rodea, tanto con otros seres vivos como con el ambiente.

En el caso de nuestros perros y gatos esta asociación es exactamente igual. Desde que nacen se socializan con sus hermanos caninos o felinos y con su madre; de ellos aprenden comportamientos que en un futuro les servirán para su supervivencia.

Al adquirir o adoptar una mascota que aún es un cachorro, se adquiere la responsabilidad asociada de proseguir con su socialización por parte de su nueva “manada” de humanos. Es un punto clave con demasiada importancia para el futuro de toda la familia, porque de cómo se haga dependerán muchos de los comportamientos que obtengamos después de nuestro gato o nuestro perro.

Socializando a nuestro perro, un cánido más equilibrado

Desde el momento que llevamos a casa al nuevo miembro de la familia, y una vez vacunado por el veterinario escogido para tal fin, nos disponemos a enseñarle el mundo que le rodea, con sus paseos al parque, con sus vecinos caninos y humanos…

Todo este proceso ha de hacerse con la mayor naturalidad del mundo. Existen ocasiones en las que los propietarios se ofuscan pensando que otro perro más grande que el nuestro pueda llegar a lastimar en cierto grado al cachorro y su manera de evitar tal situación es alejándolo de la situación, cogiéndolos en brazos (acto protector), etc. Esto conlleva que el perro no tome contacto con sus congéneres caninos de forma natural y desarrolle en un futuro algún tipo de agresividad y provoque ataques inesperados entre ellos.

Lo mismo puede suceder con familias que no tienen niños en casa y sus perros no son socializados con ellos. En este caso es de suma importancia adecuarlos a tener encuentros con los infantes, debido a que su olor, su tamaño y sus gestos son completamente diferentes a los de un adulto y pueden provocar instinto de presa en un perro y originar una tragedia que se puede evitar por completo con la adecuada exposición a tales situaciones.

Por otro lado, dependiendo para la labor que se ha destinado el perro, como pueden ser perros guía o de servicio, deben ser socializados con todos los estímulos posibles en tantos lugares como deba interactuar después el can para realizar su trabajo.

En general todos los perros han de ser expuestos a todo tipo de situaciones (ruidos, aparatos o utensilios de uso general en las casas, objetos que puedan captar su atención, etc) tanto dentro como fuera del hogar familiar y con tantas personas y animales (edades, razas, sexos, etc) que sea posible para que su desarrollo emocional sea equilibrado y su comportamiento sea el adecuado para vivir en sociedad.

Si no se sabe como hacerlo, o no se dispone del tiempo suficiente puede otorgar este tipo de “educación social” a un especialista en comportamiento como adiestradores o psicólogos caninos.

Socializando a nuestro gato, un felino feliz

Por mucho tiempo se pensó que el pequeño felino era un animal asocial, que no mostraba interés alguno en mezclarse con los humanos. A diferencia de los perros, los gatos no viven en manadas sino en grupos sociales estructurados que varían en el tiempo a razón de sus componentes.

El gato es un animal sociable y como tal debe ser socializado al igual que los demás seres vivos. Es evidente que no tiene las mismas necesidades que un perro, pero adecuarlo a convivir en una casa junto a sus acompañantes humanos hace que el gato muestre su lado más tierno y juguetón.

No requiere tanto tiempo de socialización como sus amigos los cánidos, pero no por ello es menos importante hacerlo.

Cuando el gato es cachorro y llega a su nuevo hogar empezará a familiarizarse en primer lugar con su nuevo entorno. Son muy curiosos y empezarán a olisquear y marcar con sus mejillas todos los rincones que encuentren oportunos, establecer en esos momentos una serie de limitaciones puede ser de gran utilidad cuando se aventuren a marcar los muebles con sus uñas. Es ideal que desde el principio obtengamos un rascador para ellos y sin violentar su acción natural de rascado redirigirla hacia el lugar que le hemos otorgado para ello.

A la hora de que se acerquen los niños a los gatos es imprescindible que algún adulto haya hecho comprender al infante que sus caricias deben ser suaves, con delicadeza. Un gato puede molestarse con facilidad y propinar un arañazo o mordisco de aviso y si no se conoce su lenguaje corporal no podrá evitarlo. Si es cachorro no será grave, porque no disponen de tanta fuerza física como un gato adulto, pero aun así es importante tener ese concepto controlado y evitar un mal comienzo para ambos.

Los ruidos, objetos con movilidad, etc, pueden despertar la curiosidad del gato o hacerles temerlos, todo depende del primer contacto que hayan tenido con tales situaciones. Exponerlos a todo ese tipo de cosas es útil sobre todo en gatos que no salen del piso.

En felinos con acceso al exterior, lo más importante es enseñarlos para evitar que se escapen y les pueda ocurrir cualquier tipo de accidente o simplemente que se pierdan y no sepan regresar a la casa.

Los adultos también pueden ser socializados

Aunque lo ideal para ser socializados comprende edades tempranas, en ocasiones ésto no ha sido efectuado así y nos hallamos ante perros o gatos sin socializar, con problemas de fobias, agresividad, inseguridad, etc.

En estos casos lo mejor es acudir a un especialista, ya que la socialización no es tan simple como cuando son cachorros, pero tampoco es imposible ya que los animales viven el momento y aprenden con rapidez.

Puede ser que la persona adopte un perro en un refugio de animales abandonados y se encuentre con la situación y sus consecuencias. Es importante no desesperar ni lamentarse por ello, sino actuar frente al problema e intentar solucionarlo.

También puede darse que la socialización no haya sido adecuada en la edad que correspondía por parte de sus propios dueños y surjan problemas posteriores. Eso también tiene solución, por los motivos mencionados anteriormente.

Sea como fuere, no hay que darse por vencido, ellos lo agradecerán y la convivencia junto a nuestras mascotas también.

Fuente: http://comportamientoanimal.suite101.net/article.cfm/socializacion-en-perros-y-gatos-responsabilidad-del-propietario

Los perros no son alarmas

Por Leonora Esquivel.

Gasolineras, talleres mecánicos, franquicias de alimentos y bebidas, sucursales bancarias, joyerías, estacionamientos, cuentan en su mayoría con «perros de seguridad». No es extraño caminar y ver a un hombre vestido de policía sujetando a un perro con una cadena a muy corta distancia de su cuello.

Casi todos estos perros son de raza y han sido entrenados para reprimir algunos de sus comportamientos naturales y potenciar otros. No pueden jugar ni parecer amistosos, sólo reconocen la voz de su guardián humano y sus vidas son bastante aburridas.

Cuando no están haciendo las rondas de vigilancia, pasan el tiempo encerrados en su transportín o en una bodega, hasta que al día siguiente son sacados para repetir el ciclo. Algunos son aprovechados para vigilar también de noche y se les deja solos en azoteas o patios.

La mayoría han sido entrenados a obedecer desde cachorros y se venden a través de criaderos a las empresas de seguridad. En Estados Unidos, Personas por la Ética en el Trato a los Animales (PETA), solicitó a la empresa Homeland Security entrenar perros adoptados de refugios en lugar de comprarlos a quienes los reproducen. La empresa dijo que le parecía una buena propuesta siempre y cuando los perros cumplieran con ciertas características de tamaño y comportamiento.

Me han preguntado qué se puede hacer cuando detectamos un tipo de maltrato a los perros de seguridad. Me atrevería a decir que el maltrato es permanente. El mero hecho de utilizarlos como un arma y someterlos a comportarse de determinada forma ya es cuestionable en cierto sentido.

En una conversación que tuve con el gerente de un local que utilizaba un rotweiler a manera de alarma anti-asalto, le comenté mi inquietud por el estado del animal. El perro estaba siempre solo, las más de las veces amarrado a una caseta, el resto del tiempo era jaloneado por un individuo con uniforme de seguridad privada. Por las noches estaba en la azotea y su casa no tenía una cobija o algo mullido donde echarse. La respuesta del «dueño» fue: «estos perros nacieron para eso, son diferentes, no necesitan tantas cosas.»

Su argumento me hizo pensar en lo que decían los dueños de esclavos respecto a su propiedad, y era algo muy similar. Para nuestra conveniencia hemos estereotipado a los animales como seres sin necesidades. Ignoramos mucho acerca de ellos y pretendemos saberlo: los gatos tienen siete vidas, los perros de tal raza son violentos por naturaleza, los peces no tienen memoria, los animales nacidos en cautiverio no anhelan la libertad, etcétera.

Hemos hecho esto tal vez para sentirnos menos culpables por las condiciones en las que los obligamos a vivir, justificándonos en que su naturaleza no tiene tantos requerimientos. ¿No tienen ellos, como nosotros necesidad de alimento, agua limpia, cobijo, afecto, libertad, de llevar una vida digna?

Los perros pueden ser excelentes guardianes, nadie lo niega, incluso se les puede educar y enseñar trucos, pero esto ha de hacerse sin violencia. El collar de castigo, es un ejemplo de cómo se puede lastimar a un perro para obligarlo a obedecer. Sin embargo, reproducirlos y venderlos como elementos de seguridad, como armas, me parece reprobable.

Si acaso, como lo propone PETA, entrenar a algunos de los que viven en los refugios para dar solución al problema de su sobrepoblación.

Nosotros hemos generado la violencia en la que vivimos inmersos, violencia que comienza desde lo que comemos hasta cómo nos divertimos. ¿Por qué tenemos que hacer responsables a los perros y comprarlos y venderlos como alarmas anti-robo?

Encontremos maneras más eficientes de protegernos y que atiendan el problema de la violencia desde su raíz, sin tener que involucrar a quienes nada tienen que ver en esto.

Fuente: http://www.planetaazul.com.mx/www/2010/10/25/los-perros-no-son-alarmas/

Los perros domésticos pueden reconocer el rostro de sus dueños

  • Prestan mucha más atención a la cara de sus propietarios que a desconocidos
  • En cambio, los perros salvajes se fijan más en otras señales
  • La reacción se debe a la domesticación de perros desde hace miles de años

Los perros no se fijan únicamente en las llamadas de las personas, si no que miran a la cara de sus dueños para reconocerlos y hacerles caso, como refleja un estudio publicado en Animal Behaviour.

Es más, los científicos han comprobado que los cánidos tienen muchas dificultades para reconocer a su dueño cuando tiene la cara tapada.

Para ello, los científicos, liderados por Paolo Mogillo (Universidad de Padua), introdujeron en la investigación a un perro al que situaron en una habitación acompañado por su propietario y otra persona desconocida.

«La gente caminaban en sentido contrario, por lo que se cruzaron muchas veces delante del perro, y medimos cuánto tiempo miraba el cánido a uno u otro», señala Mogillo.

Posteriormente, las dos personas se marchaban por puertas diferentes y se permitía al perro acercarse a una de las puertas, recoge la BBC.

«La mayor parte de los animales miraban fijamente a sus propietarios durante casi todo el tiempo y luego les esperaban por la puerta que habían salido», explica el responsable de la investigación.

Pero en la segunda parte del estudio, los científicos pidieron a las personas que se taparan la cara, y tanto el dueño como el desconocido se cubrieron la cabeza.

Durante esta fase del experimento, los perros prestaban mucha menos atención a sus propietarios, lo que reveló que los animales sólo se fijan en el rostro para reconocer a sus dueños.

Todo lo contrario que los perros salvajes, que sí prestan atención al lenguaje corporal. En cambio, los perros domésticos están tan integrados y armonizados en los grupos humanos que son capaces de reconocer expresiones faciales, «una reacción causada por los miles de años de domesticación de los perros», concluye Mogillo.

Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20101024/perros-se-quedan-tu-cara/364216.shtml

Treinta perros muertos por una misteriosa enfermedad en una zona de Inglaterra

Cientos de animales han sufrido una misteriosa enfermedad en las zonas boscosas de Inglaterra, y treinta de ellos han muerto. Los expertos descartan que hayan sido envenenados por la mano del hombre, pero se desconocen la causa de las muertes.

Cuando la Nigel y Janette Young decidieron llevara a dar una vuelta a sus perros por el bosque para pasar una agradable tarde junto a sus mascotas, el paseo se convirtió en una pesadilla para los animales. Los dueños tuvieron que llevar corriendo al veterinario a los animales porque cayeron gravemente enfermos.

Según asegura el Daily Mail, decenas de animales han sido afectados por una misteriosa enfermedad que provoca vómitos, deshidratación, dificultades respiratorias y diarreas, muriendo 30 de ellos. Los expertos están desconcertados porque tras realizar diferentes investigaciones sobre las causas que provoca éstos síntomas, no han llegado a ninguna conclusión. Han descartado que puedan ser provocados por los hongos o las diferentes plantas que existen en la zona. Afortunadamente para la familia Young, los animales se recuperan en el hospital veterinario y están fuera de toda gravedad. Sin embargo, otras mascotas no han tenido tanta suerte y por lo menos 30 ha muerto en las zonas boscosas del norte de Nottinghamshire, al norte de Inglaterra.

En 2009, tras una serie de enfermedades similares, investigadores llevaron a cabo pruebas con muestras tomadas de perros infectados, pero no encontró rastro de veneno por el hombre.Una teoría es que los perros se ingiere un veneno natural, como los hongos, pero sus propietarios dicen que no se dieron cuenta que sus mascotas comieran cualquier cosa inusual. Una teoría es que los perros ingirieron un veneno natural, otra posibilidad es que una garrapata o ácaro podría haber causado la muerte de las mascotas pero los veterinarios descartan la teoría.

Fuente: http://www.telecinco.es/informativos/internacional/noticia/100028866/30+perros+muertos+por+una+misteriosa+enfermedad